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Et Voilà !!!

Ya hace 4 meses y medio que partí de Argentina hacia Europa, con la idea de recorrer la mayor cantidad de países posible - a lo largo de un año- comenzando por Francia, aprovechando la visa de vacaciones y trabajo que obtuve. Primero llegué a Milán como una parada técnica para aminorar costos, y luego fui a Lyon, ciudad en la que estuve un mes y medio y donde comenzó casi todo. Finalmente el 17 de febrero llegué a la isla Belle- Ile- en- Mer, y en la cual estaré hasta finalizar el contrato de trabajo, claro esta si nada cambia los planes, o no decido cambiarlos yo. =)


A veces uno planea las cosas de cierta manera, y finalmente no se dan así. Creo que no hay que estar todo el tiempo con ansiedad pensando en qué va a pasar mañana, que haré, cómo, cuándo, pero tampoco es muy bueno (al menos eso pienso yo) dejar todo al azar. Tener un mínimo plan siempre ayuda, aunque después en el camino sufra bifurcaciones. Por ejemplo, llegué a Francia sin trabajo, al mes y algunos días conseguí de mucama, con el detalle que no es en el continente si no en una isla al sur de Francia. Eso efectivamente no estaba en mis planes, yo venía con la idea de trabajar de lo que sea – sin hablar fluido el idioma, caía de maduro que terminaría limpiando – pero no me imagine terminar en una isla, siendo que me crie en una isla. Él que es de Tierra del Fuego sabe lo tedioso, largo, y caro que es salir de la isla. Acá sucede algo muy parecido, a excepción de que las distancias son menores, ya que la isla es muy pequeña. Primero hay que llegar a Le Palais, pueblo donde salen los barcos – solo 8 km de donde estoy – después abordar el barco hacia el continente. Se llega a Quiberon, y de allí se debe tomar bus hacia el destino que se desee. De Bangor – donde yo vivo – hasta Paris, por ejemplo son aproximadamente 12 horas. El horario de los barcos es limitado, aunque la frecuencia se amplía en el verano, pero no el horario del último barco (18h45). En fin, con todo este relato quiero decir que no estaba en mis planes no poder salir de la isla. El tiempo que implica salir, y solo con dos días de franco hace todo un poco más complicado. En los próximos días planeo ir al Mont Saint Michel, pero aun estoy muy lejos de Paris o de los lugares que quería conocer. Esto no estaba en mis planes, imaginaba poder viajar constantemente en mis días de repos, pero se dio así. Será para después de octubre. Otra de las cosas que imagine es que enseguida compraría una bicicleta, y seguiría con el ritmo que tenía en Córdoba. Eso tampoco sucedió hasta el momento, aquí las bicicletas son muy caras, no muy buenas – o al menos a lo que yo esperaba poder comprar. Pero eso no me freno, acá en el hotel nos prestan unas bicis para el personal – muy baquete- pero que poniéndole mucha garra, más bien piernas, cumple su función. Hay circuitos alternativos para ciclistas y están muy buenos. Abundan las subidas que lo hacen bastante desafiante, y el maldito viento siempre diciendo presente, que empuja con fuerza y me hace largar alguna que otra puteada. Es una pelea entre el viento y yo. Viento quiero que sepas que me tenes podrida! jajaja


Desde mi llegada, hasta ahora pase por muchas sensaciones, sentimientos y emociones encontradas. Primero la euforia cuando llegué a Milán, que por algunos minutos se convirtió en humillación en el aeropuerto, que después de pasar ese mal rato volvió a ser euforia, alegría desbordada y orgullo de mi. Después, por momentos un poco de miedo ante lo desconocido. Alegría cuando me reencontré con Julia en Lyon. Y a lo largo de los días mientras buscaba trabajo, sentí desconcierto, miedo, y pasado el mes ya era desesperación. Creo que tuve una especie de terror a comunicarme, al idioma, y todo lo poco que sabía se había borrado de mi cabeza. Estaba en problemas. Pensaba: “la plata se me está acabando, y ahora qué hago”. También en esos días en Lyon, observaba mucho al francés, intentaba comprobar mitos o desmitificarlos. Mas allá del idioma, quería intentar entenderlos. Uno llega con el preconcepto que el francés es frío, que no se baña, que es la tierra del queso, el vino, la buena comida, que escuchar hablar francés es algo así como romántico. Bueno esto, y muchas cosas más escuché, y no es tan así, aunque diríamos un poco y un poco. Por ejemplo, si la comida es muy rica, recién ahora me estoy pudiendo dar el gusto de probar un poco más, y depende mucho de la región y sus especialidades. Aquí donde estoy la especial son los frutos de mar, y en menor medida el cordero. Pero por supuesto que la comida chatarra acá existe, y es más al francés le encanta MC o algo mas callejero: el Kebab.



¿Son fríos? Si es verdad, un poco o mucho, pero si generalizamos sí. O al menos así lo sentí yo, y eso no quiere decir malos, ni nada por el estilo solo un poco más distantes, menos efusivos, menos demostrativos, que no quiere decir que no les corra sangre por las venas. Es más, me sorprende cuando se enojan, los gritos que pegan o su forma un poco “prepotente de hablar” cuando están molestos. Hace unos pocos días un chico francés me preguntó qué pensaba de ellos, y les dije que para mi eran un poco fríos, lo que no compartió conmigo para nada. Y ahí reflexione, y creo que no es la palabra fríos, si no más bien cerrados. Cuesta integrarse a un grupo de todas personas francesas y mas cuando no podes mantener una charla fluida. Lleva un tiempo, pero estoy segura que se logra, y por supuesto hay muchísimos franceses gentiles, amables, pacientes y que no duda en invitarte a tomar un té o una cerveza.


¿No se bañan? Bueno es un poco relativo, doy fe que se bañan, jajajja al menos en los lugares donde estuve parando veía a gente bañarse, pero que se yo, es una cuestión de piel. No podría explicarlo, pero si me sentí en algunos momentos muy incómoda, como en los trenes o en la habitación del hostel. También me toco viajar con varios caballeros al lado, que realmente era infumable y en 8 horas de colectivo no fue del todo agradable el viaje. Pero este temita tan desagradable del olor pasa con menos frecuencia aca en Belle Ile, pero….


¿La tierra de los quesos? Y si, hay mas de 500 variedades de quesos, al principio no daba pie con bola, cada queso que compraba al azar para probar o por desconocimiento, literalmente me terminaba clavando, me parecían demasiado fuertes y realmente tampoco soy amante del queso, hasta hace menos de un mes, cuando mi amiga Carla- en varias comilonas me dio queso de cabra. J’adore el queso de cabra, me declaro una nueva fanática. Obvio que en Argentina existe, pero no podría decir cual es más rico, por allá nunca le di bola, y acá si. Según tengo entendí, porque me lo explicaron en francés el queso se come como postre, después de la comida, y en Argentina generalmente lo comemos en una entrada o una picadita.


¿Cómo es la joda? Mmmm, no hay joda, jajaja. En realidad claro que hay joda, pero por supuesto que es muy diferente a la de Argentina, y particularmente a la que yo estaba acostumbrada y me gustaba. Claro esta que acá no existe el cuarteto, ni el fernet. Pero es más que eso, aca en Belle Ile, solo hay pubs en Le Palais, un pueblo cercano a donde yo vivo. Todo cierra a las 2 am, incluso cuando sea verano. Aca no hay nuestro clásico boliche, ponen mucha música en inglés, y hasta el momento solo veo bailar a los borrachos. En el verano, cuando haya más turistas la cosa va a cambiar, va al menos eso dicen, ya les contaré. Igualmente no es algo que me quita el sueño, pero cuando ya sali, que te echen a las 2 de la mañana está chotisimo! Jjaja


Con el idioma aún sigo sin comprender muchas cosas, pero por supuesto que avance muchísimo desde que llegué, aunque aún se me hace muy difícil poder expresarme en conversaciones cotidianas del día a día. Como mucama, prácticamente trabajo todo el día sin hablar mucho, e intento esquivar a los clientes, pero a veces no me queda otra que hablar con ellos, como preguntarles a qué hora puedo hacer la habitación, a qué hora van a cenar, nada muy complicado, el tema es cuando me dicen la hora – todavía me cuesta un montón, nunca logro escucharla completa, jajaja. No es que no me guste hablar – él que me conoce, sabe que hablo muchísimo – pero Francia ha logrado algo: que no abra la boca si no es para decir algo importante, y si eso importante no lo sé decir, intento de mil maneras, con señas, buscando en el celular o diciendo palabras sueltas. Muchas veces tengo ganas de entablar una conversación, y me olvido como formular las preguntas, así que básicamente si no me hablan, yo no hablo. Restan 8 meses para pulir el idioma, el acento y entender con el paso de los días un poquito más. Igual hablo eh! Con la gallega todo el tiempo en español, ¿será por eso que voy lento? Jajaja.


En conclusión, en estos 4 meses y medio me estoy adaptando mucho mejor, me siento mas cómoda, menos cansada en el trabajo, progresando con el francés, conociendo gente todo el tiempo y probando comida rica. Todo lo que estoy viviendo aquí, no es mejor ni peor, simplemente es diferente. Y se trata de adaptarse, entender, aceptar que existen muchas diferencias entre un país y el otro, pero que todo nos suma, de todo se aprende. Partiendo de esa base: que solamente es diferente a lo que uno conoce, se la pasa mucho mejor.


Abrazos para todos!!!


Fer


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