top of page

La pesadilla: la mudanza


Les voy a contar de una de las partes más estresantes de un viaje: la mudanza. En mi caso en particular, que vivía sola en Córdoba, mi viaje no solo implicaba aprender un poco el idioma, juntar la plata, preparar la valija, sino que era mucho más que eso – era dejar todo, desde el departamento, el trabajo, dar de baja todo lo que implica que en algún momento te puede generar una deuda o un problema- y se quiera o no, hay que preveer varios detalles antes de la partida-. Ya les conté en post anteriores que conseguí donde dejar mis cosas, tenía la casa de mis tíos, a 280 km aproximadamente de Córdoba. No soy ni la primera ni la ultima que hace un viaje así, conozco gente que guardo sus cosas en depósitos, viajó, volvió y todo estaba ahí. Pero a mí esa idea no me cuadraba mucho. También estaba la posibilidad de vender algunas cosas, pero tampoco me cerraba, no me había organizado, se me junto todo a fin de año y al final no vendí nada (soy muuuuy colgada). Bueno no sabía qué carajo hacer, obviamente cuando preguntas todos opinan diferente, mi vieja me decía -no vendas nada, todo eso te salió muy caro, después te va a costar comprarlo-, algunos amigos me decían vende todo, pero la verdad desprenderme de todo, me costaba mucho. Y hoy me arrepiento, tendría que haber vendido todo, y hubiera llegado más holgada sin estar pensando que si no conseguía trabajo me tenía que volver. Sumado a que cuando vuelva – que no sé cuándo ni dónde va a ser– si es Córdoba o Ushuaia, y de ser este último lugar, no hay forma de llevar mis cosas al sur sin que me arranquen la cabeza. En fin, tome una mala decisión, y dentro de unos meses les contaré que pasó con todo eso. Consejo: seguir tu intuición.

Mis cactus, mis amados cactus quedaron al resguardo de mi tía Cinty (sé que los vas a cuidar de maravilla!!!).

Como les decía, irme no era solo renunciar, comprar el pasaje, sino que era dejar todo. No tenía esa facilidad de decir vieja o viejo, en un año vuelvo.


Un mes antes de irme, conocí a quien fue mi compañero en mi última etapa. Le conté de mi viaje, y él muy gentilmente – va no sé, decime vos si lees esto jaja- se ofreció a ayudarme a pintar. La mano me venía de diez, yo ni idea de pintura ni idea de nada acerca de mudanzas. Rafa también se había ofrecido, pero llegado diciembre le pedí ayuda a mi “amigo”. De a poquito empecé a embalar, a tirar giladas que nunca leí, y guardaba por las dudas. Somos grandes coleccionadores de pelotudeces, y existe una norma / regla/ mandamiento sagrado: todo lo que no usaste durante el último año no sirve, descártalo, tíralo a la mierda, pero que no ocupe lugar en tu casa, en tu vida– si no, no hay espacio para lo nuevo- . Saqué ropa, apuntes, cubiertas de bicicleta debajo de la cama, encontré cartas, bue de todo! Agarre la bolsa negra y dale que va… a tirar, a seleccionar que iba a formar parte de mi vida cuando regrese, y qué era lo que ya no necesitaba. Y es increíble porque realmente podemos vivir con poco, y a veces pensas necesitar esa cartera, ese libro, ese perfume – pero no lo necesitas - lo que queres por puro capricho o deseo. El tema de conseguir cajas fue todo un tema en Alberdi, casi que nos cagamos a trompadas con los cartoneros, jajaja, por una bendita caja. Ya con las cajas, la naftalina, la cinta ancha y el fibrón, empecé a embalar. La pintura también estaba, solo restaba esperar a “mi pintor”.


Mi casa era un verdadero caos, también estaba el tema de “armar la valija”, y he aquí un consejo muy importante, si te dicen, no lleves muchas cosas porque allá te vas a comprar- es verdad- escucha el consejo, hace caso, porque no hay nada más lindo que andar liviano. No se imaginan lo agotador que es andar arrastrando una valija de 25 kilos por trenes, subtes, colectivos. No armes una “valija monstruo”, realmente hace un mes que estoy acá y podría haber prescindido de muchas cosas. Uno carga de todo por las dudas, se exagera, pero realmente no hacía falta traer 20 bombachas, con 10 o menos ya alcanzaba! Llegué en la época de las ofertas, y te das cuenta que no tenés espacio, así que otra vez a eliminar cosas: lección 2016 desprenderse de cosas, andar liviano por la vida –lección que aún no termino de aprender-.


Los primeros días de diciembre arrancamos con todo – va no sé si con todo, jajaj – fue para el finde largo del 8 de diciembre. El viernes a la noche, él con la pintura y yo con cajas, el sábado vino una amiga, Anto, tomamos unos mates, y cuando hay tanto caos no sabes por donde seguir o empezar, hasta que “mi compañero”, nos dijo- chicas y se ponen a hacer algo- jajjaja y tenía razón. El laburando a lo loco, corriendo muebles, tapando, preparando todo, y nosotras charlando mate de por medio. Pero activamos y entre las dos empezamos a embalar cuadros, ropa, zapatos, carteras, cosas de cocina. De poco iba tomando forma…

Mau seguía pintando y yo embalando, lindo equipo de mudanza! Al domingo siguiente seguí con la rutina de todos los domingos, salir a pedalear. Y así paso ese finde largo entre cajas, pintura blanca, pedaleada y baile de Jiménez, agotador pero quien te quita lo bailado. En una semana iba a estar todo arriba de un flete rumbo a Brinkmann, y yo rumbo a Buenos Aires. Ver todo embalado, me producía una sensación de vacío enorme, era un cambio fuerte importante, había estado 6 años en el mismo departamento, y bueno nos encariñamos. Cuando quede sola, fue inevitable ponerme a llorar de alegría, de tristeza de todo.


Finalmente llegó el lunes 14 de diciembre, me ayudarían a bajar las cosas 3 amigos – Anto, Vale y Mau – con dos ayudantes del flete. Era temprano 8:00 am, lloviznaba un poquito. Ya eran las 8:30 pasadas y del flete ni novedad. Decido llamar y resulta que el tipo ni enterado que lo estaba esperando – claro yo me había olvidado de enviarle la dirección por sms-. Por suerte tenía dos personas, —en 15 estamos ahí— me dijo. Empezamos a bajar todo, y cuando llegó la chata, el tipo me dice no va a entrar todo, yo pensaba – Lrpm!!!!- que mala suerte!!!! Ya me estaba poniendo loca, había empezado con el pie izquierdo. Hacía un calor y una humedad terrible, que yo era una sola gota de transpiración. Mau se tenía que ir a trabajar, y quedé con las chicas bajando las cosas. A full bajando los 3 pisos… En cuestión de 1 hora y media ya teníamos todo abajo, las chicas se iluminaron y propusieron desarmar el futón – si mis amigas son unas grosas – así que a último momento entro todo……Y yo feliz!!!!!!!! . Me despedí de mis amigas con unos abrazos bien fuertes por la ayuda enorme que me habían dado, claro está que sin ellas no hubiera podido.


Ahora restaba ir al depósito, enumerar las cosas y dejar la lista- si tampoco lo había hecho- es que era inexperta en mudanzas jajaja. A las horas volví al departamento vació y había que limpiarlo. Quería que quede perfecto, y ya eran las 17 hs y yo estaba retocando algunas partes de pintura, encerando! Ya cansada, agotada, llegó Anto de vuelta, respiramos profundo, pegamos una última mirada a todo, yo con mucha nostalgia, y en un abrir y cerrar de ojos se me pasaron mis 8 años en Córdoba, tantas historias en ese departamento, alegrías, tristezas, comilonas, juntadas…. Último adiós, foto final y cerré la puerta.


Quedaba bajar la bicicleta, La Chanchi – que se quedaría con Anto- mis valijas, mochila, y cajas que donaba con escoba, palita, productos de limpieza y comida. Fueron 2 cuadras eternas, parecíamos dos hippies con todo a cuestas. A las 22:00 tenía colectivo, ya eran las 20 hs y el día había sido súper estresante, agotador, bañito e irse. Llegó Mau, nos subimos al auto, selfiamos, charlamos un rato, recordando cosas, riéndonos, dejamos a Anto en el trabajo, y nosotros seguimos. Hicimos una parada técnica en el puesto de chori de Luisito, comiendo a las apuradas, pero que rico ultimo chori.

El colectivo ya estaba ahí, nos abrazamos, nos despedimos, y así me iba de Córdoba -sin una gran despedida, solo Mauro y yo- después de 8 años con una mezcla de sensaciones hermosas. Estaba feliz, en definitiva estaba haciendo lo que había deseado todo el año. Ese 14 diciembre de 2015 todo cambiaba… el viaje ya estaba comenzando.


Quiero agradecer especialmente a Mauro por la inmensa ayuda – emocional, espiritual, ayuda desinteresada - que me brindó el último mes. Dios , el universo o llámalo como quieras, nos pone en el camino las personas indicadas en el momento indicado, algunas pasan de manera muy fugaz, pero su paso es fuerte, bien marcado. Tal vez no entendemos muchas cosas, pero se dan asi.


A Valeria y Antonella, por estar, por acompañarme, por arengarme, por no dejar que baje los brazos, por decirme vos podes. Parece que no, pero esa aprobación ese apoyo incondicional de los amigos son una inyección de energía. Son tantas personas que me ayudaron en esos últimos días, además de mi familia que siempre estaba.


PD: Fotos de mis últimas dos semanas en Cba. En una de las fotos, está el horno del departamento. Unos días antes de irme, estaba tomando una cerveza con mi amigo Williams, en el quilombo de la mudanza. Y en un momento veo la palabra Lyon en el horno – 6 años viviendo ahí, y nunca le había prestado atención -. Para mí una señal de que estaba haciendo las cosas bien… me empecé a reír y seguí con mi cerveza.


Salut por nuestros sueños!!!


Fer


bottom of page